Relación de pareja entre los 25 y 40 años.

El equilibrio y la estructuración de las relaciones de pareja entre los 25 a 40 años, son determinados en la medida en que el sujeto tenga un sentido de vida claramente definido y que ese propósito se acomode a posibilidades laborales a las cuales este teniendo acceso.

Si todavía no existe evidencia acerca de la direccionalidad que pretende darle a su propia vida, el adulto de estas edades tendrá unas interacciones insanas con las demás personas. Existe un vacío en su sentido de vida que se puede generalizar a los otros sectores de sus afectos y emociones.

En este caso, el adulto sostiene vínculos emocionales, asociados al descontento, la desmotivación, la apatía. El es incapaz de lograr una real conexión emocional con él mismo, su pareja y las demás personas, por lo cual tiene capacidades afectivas muy disminuidas tanto para empatizar como para el desarrollo de otras competencias y  lazos adecuados en una pareja.

En cuanto a las posibilidades laborales, si los trabajos que adquiere el individuo son alejados de lo que cree y siente es su proyecto de vida, y además de esto, se adiciona un nivel de salario con bastante menor diferencia al deseado, esta persona se sentirá triste, y sin rumbo, lo cual repercute negativamente en las características de su relación de pareja.

Por otro lado, si el sujeto, a través de su historia, ha logrado establecer un sentido de vida que corresponda a su mismisidad, él podrá vincularse con alguien en una relación de pareja basada en el respeto, el dialogo, la comprensión, capacidad para resolver conflictos e integrar posiciones, y el deseo de construir un diseño de vida conjunto.

Mismisidad que implica un conocimiento y aceptación de sí mismo, tanto es sus rasgos manifiestos como en su sus rasgos latentes. Esta es una habilidad que se adquiere desde la primera infancia, cuando los padres han inculcado y lo hacen constantemente en las diferentes etapas de formación de su hijo, sobre la importancia de realizar continuamente un proceso introspectivo.

Introspección que permitirá, entre otras cosas, tener una noción clara de quien es –saber su verdad basado en el conocimiento y resignificación de su propia historia-, sus valores agregados, sus motivaciones, y la maneras de integrar esto para el desarrollo de planes que se necesitan evaluar constantemente para su transformación total o parcial.

Y si además de tener ese sentido de vida definido, el individuo consigue trabajar en aquello que le apasiona, él tendrá la confianza de proyectarse hacia un futuro en una relación de pareja y con ello también hacerlo en la temática de sus hijos en caso que tenga deseos de ellos.

Por este motivo, muchos conflictos de pareja que ocurren en estos años, tienen como punto en común una raíz ligada al descontento, de los miembros de la pareja o por lo menos de uno de ellos, debido al desarrollo de una vida laboral que no corresponde a su sentido de vida.

No correspondencia que se puede dar por desconocimiento, producto de los escasos deseos de exploración a través de procesos introspectivos individuales o a través de aquellos ligados a un encuentro con un otro terapéutico que con sus retroalmientaciones e interpretaciones, sea capaz de alimentar los movimientos internos tanto de los sistemas racionales y emocionales del consultante.

De esta manera las características de las falencias individuales son las mismas que las de su vínculo de pareja. El sin sentido personal se convierte en una falta de dirección del colectivo –pareja-, lo cual hace que la relación sea solamente un espacio para compartir inconformidades y para animarse mutuamente, y no un espacio para la creación y el mejoramiento de los dos y de cada miembro.

Por esta razón, es importante que, durante esta época de la vida, antes de iniciar un vínculo afectivo, el sujeto haya resuelto una variedad de incógnitas con respecto a sí mismo, relacionadas con sus peculiaridades personales, sus motivaciones y la forma como quiere proyectarse.

Después de responder estos cuestionamientos, el individuo debe tener la capacidad y el tiempo para investigar estas temáticas en la persona quien ha despertado su interés sexual, a la vez que darse tiempo para conocer como es la interacción de los dos como una pareja

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