El deseo del sumiso por desafiar al dominante en la dinámica de pareja dominante–sumiso.

La dinámica de pareja o colusión dominante-sumiso se caracteriza porque un miembro de la pareja pierde la autonomía con respecto al otro miembro. El miembro dominante tiene un control desmedido, por lo cual existe una necesidad de dominio y sometimiento del otro, minimizando su actividad lo más que se pueda. A su vez, el otro experimenta placer con este accionar dominante de su compañero.

La persona sumisa o pasiva no ofrece resistencia ante su pareja controladora, dejando toda la responsabilidad de la relación en el cónyuge. Sin embargo, domina al otro dejándose dominar por él, eludiendo, de forma disimulada, la exigencia que el otro querría tener sobre él.

El dominado manipula al dominante, permitiendo que este sea feliz al creer que domina la relación afectiva y los comportamientos de su pareja, por lo cual baja la guardia, momento que es aprovechado por el sumiso para cumplir todos sus deseos.

El accionar escondido del miembro dominado, permite que este miembro ejecute acciones como quedarse a escondidas con el dinero del otro, tener relaciones extra matrimoniales secretas, descuidar los hijos, sin que su compañero se dé cuenta o a la ejecución de otro tipo de cosas.

El deseo del sumiso es que el dominante ponga sus esfuerzos en dominar la relación mientras que él –sumiso-, coloca su empeño, de forma soterrada, en destruir lo que su pareja ha intentado hacer. Destrucción que se relaciona con lo indebido o lejano a lo ético.

El comportamiento desafiante del sumiso tiene similitud con el del hijo que desea desafiar constantemente la autoridad de sus padres puesto que no ha interiorizado la normatividad, sintiendo que esta –la norma-, solo debe ser obedecida para generar tranquilidad en los mayores, y no para beneficio propio.

Desde esta forma de análisis, el miembro sumiso pretende recrear en su vínculo afectivo de pareja, aquello vivenciado en sus lazos emocionales con sus padres. Lazos con resultados disfuncionales que se intentan repetir nuevamente en una escena en que se incumplen los acuerdos edificados con su pareja.

Tal parece que el sumiso quedo fijado a esta dinámica insana con sus padres puesto que no los significo como figuras funcionales saludables, las cuales tuvieran el suficiente poder para provocar elementos identificatorios que permitieran la interiorización del deber ser en cuanto al cumplimiento de acuerdos, pero que este poder no fuera tan demasiado como para odiarlo y querer manipularlo constantemente. 

De esta forma, se puede observar como en este tipo de vínculo de pareja, existe dificultad para el cumplimiento de acuerdos porque un miembro tiene necesidad de imponer sus comportamientos junto a maneras de pensar y de sentir sobre el otro, mientras su pareja esta pendiente de desvirtuar esos convenios y manipularlos a su antojo.

La motivación  desafiante del miembro sumiso no se da abiertamente con el integrante dominante, sino que se produce sin que él   se diera cuenta, por lo cual se podría inferir que, además de estos deseos, oculta más cosas, y también cabría la posibilidad de deducir que esta persona basa sus interacciones con su pareja en comportamientos  agresivos-pasivos.     

La conducta pasivo-agresiva es un patrón que consiste en expresar sentimientos negativos de forma indirecta en lugar de abordarlos abiertamente.  En este caso, el miembro sumiso no expresa ante su pareja su inconformidad por sentirse dominado.

Hay una desconexión entre lo que la persona que presenta la conducta pasivo-agresiva dice y lo que hace. Parte de esta desconexion es porque este integrante presenta ambivalencias sobre su forma de accionar sumisa: Por una parte, este actuar tiene sus ganancias relacionadas con dejar la responsabilidad del vínculo afectivo a su conyuge, e irrespetar acuerdos de convivencia sin que el otro se percate, pero por otro lado, estas acciones escondidas también se convierten una comunicación acerca que siente descontento de su lazo amoroso.

Descontento que manifiesta con este tipo de acciones por fuera de los aspectos éticos que se manejan en una relación de pareja. Esta exteriorización se acompaña por un deseo inconsciente que su compañero se de cuenta de esta traición y tome algunas medidas al respecto.

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