El hijo medio.

El hijo del medio en la mayor parte de las ocasiones siente que no tiene un lugar definido dentro de la familia, puesto que algunas veces es organizado por sus padres, y ellos tienen la expectativa que se comporte como un hermano mayor, mientras que en otras ocasiones, este hijo del medio es clasificado por sus figuras parentales como en el conjunto de los menores.

Adicionalmente, los hijos del medio pueden interactuar con sus hermanos mayores de manera sana y motivada en diversas situaciones, pero en otras no son recibidos de una forma positiva por los más grandes, teniendo que integrarse con los más pequeños. Socialización que en ciertas oportunidades ofrece un resultado más satisfactorio que en caso de haberse dado con los mayores.

La ambivalencia de ser significado, tanto por los demás como por él mismo, unas veces como grande y otras veces como pequeño, puede ocasionar que se sienta descuidado y poco considerado con sentimientos de inseguridad y autoestima pobre, pero a la vez, puede incentivarlo para desarrollar el rol de conciliador o mediador.

Por otro lado, el hijo del medio necesita solucionar esta ambivalencia afectiva por sí mismo pues los adultos no ayudarían en la medida en que ellos han propiciado  que este sujeto se ponga en el lugar de cuestionarse a sí mismo acerca del grupo al que pertenece -grupo de los grandes o grupo de los menores-, por lo cual se ubica en un punto de de inestabilidad. Desde esta interpretación, el hijo del medio puede visualizar como importante su propio proceso de introspección, en el cual se cuestione por sus vínculos emocionales, sus motivaciones, su ser y en general por su verdad.

A pesar que este hijo tiene más capacidades para mirarse internamente, su rol de mediador lo puede condenar a la pasividad tanto hacia su hermano mayor como a su hermano menor, actuando como un cómplice para el cumplimiento del deseo de sus hermanos, sin verbalizar los propios o los desacuerdos para ejecutar determinado accionar.

El sentir que es desplazado por sus hermanos menores y por sus hermanos mayores, junto al sentir que es igual a ellos, puede ocasionar en el hijo medio un deseo por la formación de un colectivo de amigos y relaciones fuera del entorno familiar que permitan su distinción de los demás sujetos.

Ser el hijo medio puede ocasionar la aparición de algunas debilidades. Empero, estos hijos también presentan fortalezas como habilidades de adaptación –son capaces de adaptarse de manera funcional a los hermanos mayores y menores-, trabajo en equipo, tolerancia a la frustración, capacidad para compartir…

En conclusión, la dinámica del hijo medio se caracteriza porque este descendiente se siente poco valorado y excluido de la escena familiar, lo cual puede incentivar el desarrollo de ciertas debilidades pero a la vez ciertas rasgos positivos en su personalidad.

Refiriéndose a sus aspectos negativos, estos pueden dar como resultado tímidez e introversión, desobediencia, comportamientos cuyo objetivo sea llamar la atención de los adultos, problemas para medir las consecuencias de sus actos, lucha incansable por destacarse y sobresalir.

Con los hijos medios, los padres requieren realizar un trabajo especial para que no se sientan marginados de sus hermanos. Este trabajo ha de estar encaminado al reconocimiento de su individualidad, acompañamiento de sus actividades y celebración de sus logros, evitar ser criticado o comparado, permitirle tener su propia identidad y no reducir esta a los sobrantes del hermano mayor –ropa, cuadernos, implementos deportivos..-, dejar claro entre los hermanos que no existen preferencias entre ellos…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *