La mayor parte de los procesos terapéuticos individuales tienen como principal objetivo a corto plazo, la cesación de diversa sintomatología que produce malestar pero que por otro lado se conserva puesto que da al sujeto ciertas ganancias que él siente y lo determina en su accionar pero desconoce su existencia.
Por esta razón, el paciente mediante las intervenciones del psicólogo, requiere conocer estas ganancias, asociándolas con un pasado conocido y aquel que se encuentra reprimido pero que determina la manera de comportarse y el procesamiento interno de la información –pensamientos, sentimientos y emociones-.
Así, el presente displacentero se le disminuye carga afectiva negativa mediante su tramitación en terapia, integrándolo con sus ganancias que se originaron en un pasado infantil con el vínculo afectivo con sus primeros objetos de amor –padres-, especialmente durante los primeros años de vida.
Adicionalmente, la terapia permite manifestar las memorias conocidas, y con ese discurso junto a las retroalimentaciones e interpretaciones del profesional, alcanzar aquel material que se ha escondido puesto que fue traumático en un periodo de tiempo anterior.
El material manifiesto se integra con el reprimido en un punto en el cual la queja o la sintomatología ha disminuido, provocando una re-significación de la historia del sujeto, o dicho de otra manera, incentivando que el paciente sepa su verdad y adquiera mayores herramientas emocionales para interactuar sanamente consigo mismo y con el otro.
Una mínima parte de procesos terapéuticos individuales no tienen en cuenta una queja sino que son realizados por el sujeto que desea adentrarse en su mismisidad, conociendo las ganancias de sus comportamientos poco sanos, y explorando las particularidades de los vínculos y memorias emocionales que dieron lugar a la persona que es en tiempo presente. Lo anterior con el propósito de re-significarse y desarrollar un yo mas funcional.
En cuestión de terapia de pareja, el proceso es un poco diferente porque el terapeuta no debe olvidarse del colectivo en ningún momento pero a pesar de eso, también necesita dar cabida a lo individual puesto que en este punto se formaron los comportamientos o maneras de pensar nocivos para la pareja.
Los dos miembros asisten a terapia de pareja, casi siempre como último recurso ante una posible disolución, junto a la presión por parte de un integrante o del grupo cercano –familia o amigos-, para conservar un lazo que se ha resquebrajado con el tiempo por responsabilidad de los dos, exteriorizándose en ciertas acciones como infidelidad, irrespeto, indiferencia, inconvenientes sexuales…
De esta forma, se puede observar que existe un integrante que tiene mas interés que el otro por participar en dicho proceso, por lo cual será quien dará mayor cantidad de informaciones sobre lo que esta pasando y ofrecerá una mayor apertura emocional hacia el terapeuta y hacia el proceso en sí.
Muchas veces con este interés de un miembro, el otro se dejará seducir, provocando que el proceso pueda explorar aspectos de su mismisidad como pareja –conocimiento, periodo de enamoramiento, periodo de estancamiento, las quejas comunes y las quejas individuales, sus ganancias, presencia de comportamientos disfuncionales como infidelidad o maltrato, dinámica relacional..-.
En caso que el miembro resistente a la terapia, no generé interés en esta, el proceso no podrá convertirse en beneficioso puesto que no existirá la apertura emocional, así como tampoco el material que produzca elementos integrativos o la re-significación de su historia.
Con esta manifestación de su sí mismo colectivo, el terapeuta podrá ejecutar diversas intervenciones que incentivaran procesos de pensamiento a nivel colectivo y nivel individual, en los cuales se posibilite el conocimiento del material escondido de su realidad, la integración de estos dos materiales –el latente y el manifiesto-, ocasionando la re-significación de ellos como colectivo, y por ende, el desarrollo de acuerdos para una interacción y convivencia más funcional y placentera.
Aunque el propósito principal de la terapia de pareja es el colectivo, el profesional puede requerir tener un contacto más privado con cada miembro, estando en capacidad de citarlo por separado para conocer los orígenes de su estructura de personalidad –relación con sus padres, vínculo emocional entre sus padres, conductas disfuncionales y sus ganancias…-.
En la medida en que el terapeuta pueda tener acceso a sesiones individuales con cada miembro de la pareja, él poseerá mayores elementos para direccionar el camino de búsqueda de su verdad con intervenciones que movilicen mayor cantidad de elementos internos con sus posteriores verbalizaciones.
Mediante esta clase de procesos terapéuticos, cada miembro logra asimilar emocionalmente si sus expectativas corresponden a lo que le puede dar tanto el otro como el vínculo afectivo en sí, o si por el contrario el colectivo no se pudo desprender de un periodo de enamoramiento en el cual se amo a la pareja puesto que se convirtió momentáneamente en la proyección de sus ideales.
Así como ocurre con la terapia individual, una mínima parte de procesos terapéuticos de pareja no tienen en cuenta una queja sino que son realizados por motivación de los dos puesto que desean adentrarse en su mismisidad. Una introspección del colectivo, guiada por un otro terapéutico, el cual facilite, con sus retroalimentaciones e interpretaciones, la exploración más profunda de los dos – las particularidades de los vínculos y memorias emocionales que dieron lugar a la pareja que son en tiempo presente, ganancias de sus conductas poco sanas..-. Lo anterior con el propósito de re-significarse y desarrollar un yo colectivo mas funcional y placentero.